viernes, 9 de marzo de 2012

LOS MISTERIOS DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

ARTICULO Nº 01
… “La muerte, en sí misma, es una resta de quebrados; terminada la operación matemática, lo único que continúa son los "valores". Estos "valores" son positivos, y negativos también; los hay buenos y los hay malos. La Eternidad se los traga, los devora; en la Luz Astral, los "valores" se atraen y repelen, de acuerdo con las Leyes de la Imantación Universal. Los "valores" son los mismos elementos inhumanos que constituyen el Ego; estos "elementos" a veces chocan entre sí, o simplemente se atraen o repelen.

La muerte es el regreso al punto original de partida. Un hombre es lo que es su vida; si un hombre no trabaja su propia vida, si no trata de modificarla, obviamente está perdiendo el tiempo miserablemente, porque el hombre no es más que eso: lo que es su vida. Nosotros debemos trabajar nuestra propia vida para hacer de ella una Obra Maestra.

La vida es como una película; cuando termina la película, nos la llevamos para la Eternidad; en la Eternidad revivimos nuestra propia vida, que acaba de pasar. Durante los primeros días, el desencarnado, el difunto, suele ver la casa donde murió y hasta habita en ella. Si murió por ejemplo de 80 años de edad, seguirá viendo a sus nietos, sentándose a la mesa, etc., es decir, el Ego estará perfectamente convencido de que todavía está vivo y no hay nada en la vida que logre convencerle de lo contrario. Para el Ego nada ha cambiado, desgraciadamente; él ve la vida como siempre. Sentado por ejemplo, ante la mesa del comedor, pedirá sus alimentos acostumbrados. Obviamente, no lo verán sus "dolientes", pero el subconsciente de sus familiares sí responderá; ese subconsciente pondrá en la mesa los indicados alimentos. Es obvio que no va a poner alimentos físicos, porque eso sería imposible, pero sí pone formas mentales, muy similares a las de los alimentos que el difunto acostumbraba a consumir.

Puede ver un velorio el desencarnado; jamás supondría que ese velorio tenga algo que ver con él, más bien piensa que tal velorio corresponde a alguien que murió, a otra persona, más nunca creería que correspondería a él; él se siente tan vivo, que ni remotamente sospecha su defunción. Si sale a la calle, verá las calles tan absolutamente iguales, que nada podría hacerle pensar que ha sucedido algo. Si va a una iglesia, verá allí al "cura" diciendo misa, asistirá al rito y muy tranquilo saldrá de la iglesia, perfectamente convencido de que está vivo, nada podría hacerle pensar que ha muerto. Aun más: si alguien le hiciese tamaña afirmación, él sonreiría escéptico, incrédulo, no aceptaría la afirmación que se le hiciese.

Tiene que revivir en el Mundo Astral, el difunto, toda la existencia que acaba de pasar; pero la revive en una forma tan natural y a través del tiempo, que el difunto, identificado con la misma, de verdad saborea cada una de las edades de la vida que terminó. Si era de 80 años, por ejemplo, por un tiempo estará acariciando a sus nietos, sentándose a la mesa, acostándose en su consabida cama, etc., pero a medida que va pasando el tiempo, él va adaptándose a otras circunstancias de su propia existencia. Pronto se sentirá viviendo la edad de 79 años, o de los 77, o de los 60, etc., y si vivió en otra casa, a la edad de los 60 años, pues se verá viviendo en aquella otra casa y dirá lo mismo que dijo, y hasta su aspecto psicológico asumirá el aspecto que tenía cuando era de 60 años, y si vivió a la edad de 50 años en otra ciudad, pues a esa edad se verá, en esa edad, reviviéndola en esa otra casa y así sucesivamente, a tiempo que su aspecto psicológico, su fisonomía, va transformándose, de acuerdo con la edad que tenga que revivir. A la edad de 20 años, por ejemplo, tendrá exactamente la fisionomía que tuvo cuando era de 20 años, y a la edad de 10 años se verá hecho un niño, y cuando llegue el instante, pues, en que haya terminado de revisar su existencia pasada, su vida toda habrá quedado reducida a sumas y restas y operaciones matemáticas; esto es muy útil para la Conciencia.

En estas condiciones, el difunto tendrá prácticamente que presentarse, pues, ante los Tribunales de la Justicia Objetiva o de la Justicia Celestial; tales Tribunales son perfectamente distintos a los de la Justicia Subjetiva o terrenal. En los Tribunales de la Justicia Objetiva solo reina, de verdad, la Ley y la Misericordia, porque es obvio que al lado de la Justicia siempre está la Misericordia.

Tres caminos se abren ante el difunto: el primero, unas vacaciones en los Mundos Superiores, este camino es para gentes que se lo merecen de verdad. Segundo, pues retornar en forma mediata o inmediata a nueva matriz. Tercero, descender a los Mundos Infiernos, hasta la "Muerte Segunda" de que habla el "Apocalipsis" de San Juan y el Evangelio del Cristo.

Obviamente, quienes logran el ascenso a los Mundos Superiores, pasan por una temporada de gran felicidad. Normalmente el Alma, o lo que dijéramos la Conciencia, se encuentra embotellada entre el "yo" de la psicología experimental, entre el Ego, que como ya les dije a ustedes, es una suma de distintos elementos inhumanos. Más sucede que aquéllos que suben a los Mundos Superiores, abandonan al Ego temporalmente; en estos casos el Alma o Conciencia o Esencia, o como queramos llamarla, sale dentro de ese calabozo horrible que es el Ego, el "yo", para ascender al famoso "Devachán" de que nos hablaran los indostanes: una región de felicidad inefable en el Mundo de la Mente Superior del Universo. Allí se goza de una auténtica felicidad, allí se encuentran los desencarnados con sus familiares que abandonaron hace tiempo; encuentran, dijéramos, lo que podríamos decir el Alma de ellos. Posteriormente, la Conciencia, la Esencia, o Alma, o como queramos llamarla, abandona también el Mundo de la Mente para entrar en el Mundo de las Causas Naturales.  …

El Mundo Causal es grandioso, maravilloso; en el Mundo Causal resuenan todas las armonías del Universo, allí se sienten, en verdad, las melodías del Infinito. Sucede que en cada planeta hay múltiples sonidos, pero todos ellos entre sí, sumados, dan una nota-síntesis, que es la nota-clave del planeta. El conjunto de notas-claves de cada Mundo, resuena maravillosamente entre el coral inmenso del espacio estrellado y esto produce un gozo inefable en la Conciencia de todos aquellos que disfrutan la dicha en el Mundo Causal.

También encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los Señores de la Ley, a los que castigan y premian a los pueblos y a los hombres. Encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los verdaderos Hombres, a los Hombres Causales; allí los hallamos, trabajando por la humanidad. Encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los "Principados", a los Príncipes de los elementos, a los Príncipes del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra.

La vida palpita, intensivamente, en el Mundo de las Causas Naturales. El Mundo Causal es precioso en sí mismo; un azul profundo, intenso como el de una noche llena de estrellas, iluminada por la Luna, resplandece pues incesantemente en el Mundo de las Causas Naturales. No quiero decir que no hayan otros colores; sí los hay, pero el color básico fundamental, es el azul intenso, profundo, de una noche luminosa y estrellada.

Quienes viven en esa región, son felices en el sentido más trascendental de la palabra; pero todo premio a la larga se agota, cualquier recompensa tiene un límite y llega el instante, claro está, en que el Alma que ha entrado en el Mundo Causal debe retornar, regresar y descender inevitablemente, para meterse nuevamente dentro del Ego, dentro del "yo" de la psicología experimental. Posteriormente, esa clase de Almas vienen a impregnar el huevo fecundado, para formar un nuevo cuerpo físico; se reincorporan en un nuevo cuerpo físico, vuelven al mundo.

Otro es el camino que aguarda a los que descienden a los Mundos Infiernos. Se trata de gentes que ya cumplieron su tiempo, su ciclo de manifestación, o que fueron demasiado perversas; tales gentes involucionan indubitablemente, dentro de las entrañas de la Tierra.
El Dante Alighieri nos habla, en su "Divina Comedia", de los nueve círculos dantescos y él ve esos nueve círculos dentro del interior de la Tierra. Nuestros antepasados de Anawak, en la gran Tenochtitlan, hablan claramente del "Miktlan", es la región infernal que ellos también ubican en el interior mismo de nuestro globo terrestre.

A diferencia, pues, de algunas otras sectas o religiones, para nuestros antepasados de Anawak, como hemos visto en sus códices, el paso por el "Miktlan" es obligatorio y lo consideran, sencillamente, como un mundo de probación, donde las Almas son probadas, y si logran pasar por los nueve círculos, incuestionablemente ingresarán al "Eden", o sea, al "Paraíso Terrenal".

Para los sufíes mahometanos, el infierno no es tampoco un lugar de castigo, sino de instrucción para la Conciencia, y de purificación. Para el cristianismo, en todos los rincones del mundo, el infierno es un lugar de castigo y de penas eternas; sin embargo, el Círculo Secreto del cristianismo, la parte oculta de la religión cristiana, es diferente. En la parte oculta de cualquier movimiento cristiano, en la parte íntima o secreta, se encuentra la Gnosis. El Gnosticismo Universal ve el infierno, no como un lugar de penas eternas y sin fin, sino como un lugar de expiación, de purificación y de ilustración a su vez para la Conciencia.
 ARTICULO Nº 02
Amados discípulos: Voy a hablaros del problema de la muerte. La muerte es la Corona de todos; después de la muerte el alma entra en la Luz Astral; cuando llega la hora de la muerte, se acerca al lecho de muerte el Ángel de la Muerte. Hay un coro de ángeles de la muerte. Ese coro está dirigido por el Planeta Saturno. Cada Ángel de la Muerte lleva un libro. En ese libro, están anotados los nombres de todas las almas que tienen que desencarnar. Nadie se muere la víspera. El Ángel de la Muerte no hace sino sacar el alma del cuerpo. El alma está unida al cuerpo por medio de un fino cordón celestial de color plateado. El Ángel de la Muerte rompe ese cordón para que el alma no pueda volverse a meter al cuerpo. Las Almas después de la muerte ven el Sol como siempre, las nubes, las estrellas, como siempre, todo igual. Durante algún tiempo, las almas de los muertos no creen que se han muerto. Esas almas ven todas las cosas de este mundo igual que antes; por eso es que no creen que se han muerto.
Las Almas de los muertos viven en la Luz Astral la Luz Astral es la Luz de todos los encantamientos y hechizos mágicos. La Luz Astral está relacionada con todo el aire, la comemos, la respiramos, pero solo podemos verla con los ojos del Alma. Las Almas se ven con los mismos vestidos que se veían en vida. Poco a poco va despertando la conciencia de esas almas y entonces se van dando cuenta de que ya no pertenecen a este mundo material de carne y hueso.
 ARTICULO Nº 03

1.- Hace muchos años cuando murió mi padre, estábamos velándolo otras personas y yo. Dichas personas estaban acompañándome cuando me quedé dormida por un momento, y de pronto vi que mi padre entro en el cuarto en donde lo estábamos velándolo; llevaba sus manos metidas en las bolsas de su pantalón y me preguntó que quién se nos había muerto, que quien era aquél que estaba tendido, y yo pensé que era mi padre que acababa de morir y estaba hablándome. ¿Podría decirme a que se debió este fenómeno?
R.- Es indispensable comprender que las gentes jamás en la vida se preocupan por Despertar Conciencia; realmente todas las personas del conglomerado social tienen la conciencia profundamente dormida.
Es obvio que después de la muerte el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, continua con su vida ensoñativa; si a algún desencarnado se le dijese que está muerto obviamente no lo creería.
Es ostensible que los desencarnados piensan siempre que están vivos, pues nada extraño encuentran al morir. Ellos ven siempre el mismo sol, las mismas nubes, las mismas aves ensayando el vuelo desde los tupidos sauces del jardín. Los llamados muertos después del gran paso, deambulan por las calles de la ciudad o por los distintos sectores del suburbio donde fallecieron.
Normalmente continúan con su trabajo cotidiano, y se sientan a la mesa en su casa y hasta se dan el lujo de acostarse en su lecho, jamás pensarían que han pasado al más allá. Ellos se sienten viviendo aquí y ahora.
En estas condiciones al ver su cuerpo en el ataúd, suponen que se trata de otra persona, ni remotamente sospechan que se trata de su mismo vehículo fallecido; esa es la cruda realidad de los hechos; por eso no se extrañe en modo alguno haber tenido esa experiencia intima.
2.- ¿A qué se debe el temor que sentía mi hermana más pequeña de entrar en la habitación donde fue velado mi abuelo?.
R.- Dicho temor tiene mucho de ancestro. Por lo común se transmite de padres a hijos; no hay nadie en la vida que no lo haya sentido; lo mismo sucede cuando penetramos a una caverna tenebrosa o cuando nos encontramos en presencia de un fantasma real. La causa causórum de todo esto estriba en la psiquis subjetiva, mejor dijéramos en la conciencia dormida. Cuando uno despierta conciencia es ostensible que tales temores desaparecen radicalmente.
3.-¿ Porque los niños pueden ver a un desencarnado y los adultos no? Mi  hijo el más pequeño vio a mi padre recién desencarnado y platicaba con él.
R.- En nombre de la verdad debemos ser claros y enfatizar ciertas ideas. No esta demás decir que todos los niños son clarividentes. Se nos ha dicho que antes de cerrarse la fontanela frontal de los recién nacidos, eso que llaman “mollera”, tienen las humanas criaturas el poder de ver lo suprasensible, aquello que no pertenece al mundo físico, eso que es invisible para los adultos.
Si los seres humanos reconquistaran la inocencia en la mente y en el corazón es incuestionable que recobrarían la divina clarividencia, el poder de ver lo oculto, lo misterioso, lo desconocido.
4.- Cuando morimos, ¿no tenemos el peligro de perdernos?, ¿o alguien nos espera?
R.- ¿Qué es eso de perdernos distinguida dama? ¿Qué es eso de perdernos caballeros? ¿Hasta cuando vais a dejar de tener miedo? ¿Se pierde uno acaso en su casa? Ya he hablado claro y demasiado; ya he dicho que durante los primeros días continuamos viviendo en la misma casa donde fallecimos y de eso hay muchos testimonios.
Al morir nos encontramos a aquellos difuntos queridos que se nos han adelantado, es decir, a nuestros parientes y amigos
5.- ¿Podemos reconocer a esos parientes y amigos que nos encontramos al desencarnar?
R.- Tu puedes reconocer a tu madre fallecida, a tu padre, a tus amigos y parientes; ¿supones que puede uno desconocer a sus seres queridos?
Tu pregunta es bastante extraña, es obvio que ningún hijo podría desconocer a la autora de sus días, es ostensible que todos tenemos la capacidad para reconocer lo que hemos conocido.
6.- Cuando morimos, ¿no sufrimos de soledad?
R.-  Cada cual es cada cual; el egoísta, aquel que se auto-encierra, el misántropo, aquel que no ama a nadie, es obvio que ya aquí mismo tendrá que pasar por la amargura de la soledad; después de la muerte resulta patético, claro y definido su doloroso estado solitario en la región de los muertos.
7.-  De acuerdo con eso que llaman destino, ¿es cierto que tenemos los días y horas contadas?
R.- Distinguido caballero, con el mayor placer responderé a su pregunta. Cuando usted sale de viaje es incuestionable que lleva determinada cantidad de dinero para los diversos sistemas de transporte. Obviamente usted debe saber gastar su dinero porque si lo malgasta, su viaje habrá de ser interrumpido.
Quiero que comprenda que al venir al mundo, los Ángeles del Destino depositan en nuestros tres cerebros determinado capital de valores vitales. Es claro que si los malgastamos, si acabamos con dicha fortuna, el viaje por el camino de la existencia será interrumpido prontamente; mas si lo ahorramos, nuestro viaje podrá hacerse largo y así llegaremos hasta la ancianidad.
8.- Me sorprende usted con eso de los tres cerebros, yo siempre he oído que tenemos un cerebro, ¿Podría decirme cuáles son esos otros dos?
R.- ¿Con que le sorprende a usted lo de los tres cerebros? Compréndame: entre la caja craneana tenemos el cerebro intelectual; en la parte superior de la espina dorsal tenemos el cerebro motor, el centro capital de los movimientos; en el plexo solar y demás centros simpáticos esta el cerebro de emociones. ¿Me ha entendido ahora?
9.- ¿Por qué sentimos miedo al pensar en la muerte y porque nos apegamos a la vida?
R.- El deseo de vivir es muy grande; todos los seres humanos quieren vivir, están apegados a la vida sensual. Es obvio que la adhesión, el apego, el deseo de existencia material nos tiene fascinados; en estas condiciones de ninguna manera queremos morir, tenemos miedo a la muerte, no queremos dejar de existir.
Si las gentes a base de comprensión perdieran el deseo de vida material, entonces el temor a la muerte desaparecería. Uno llega a perder tal temor cuando comprende lo ilusorio de la existencia, cuando ve que nada en este mundo es permanente. Pasan las ideas, las cosas y las personas.
10.- Cuando una persona desencarna, ¿Qué hace el alma? ¿A dónde se encuentra para volver a encarnar?.
R.- Hay que hablar claro y comprender; las gentes tienen la mente demasiado dogmatizada; existe  deterioro intelectual; ya las personas no son capaces de abrirse a lo nuevo, de ver lo natural; siempre piensan en lo artificioso y lo consideran como patrón de todas las medidas.
En otros tiempos los sentidos humanos no se habían degenerado todavía. En las arcaicas épocas de nuestro mundo las gentes podían ver a los desencarnados, oírlos, palparlos, etc.
En la Lemuria, por ejemplo, cuando alguien iba a desencarnar cavaba su propia fosa y se acostaba en ella con la cabeza hacia el Oriente; feliz se despedía de sus parientes y estos sonreían alegres.
Quien pasaba al más allá no quedaba invisible para sus parientes; bien podía seguir conviviendo con los suyos deliciosamente; en el aire parecían transparentes; en la atmósfera se veía claramente a los espíritus, a las almas, a las criaturas inocentes de la Naturaleza.
Pero sabemos que en la atmósfera, bajo esas zonas que pertenecen a lo tridimensional, a lo físico, existen regiones metafísicas, a modo de mundos o espacios, donde las almas de los muertos viven antes de volver a tomar nuevo cuerpo.
11.- ¿Por qué siempre que sueño con mis parientes difuntos, platico con ellos y me afirman que no han muerto y que están en perfecto estado de salud?
R.- Distinguido caballero, me place su pregunta y con el mayor gusto le contesto. Ante todo quiero que usted entienda lo que es el proceso del sueño. Es incuestionable que el sueño es una muerte chiquita, como dice el dicho vulgar. Durante las horas en que nuestro cuerpo yace dormido en el lecho, el alma ambula fuera de él, va a distintos lugares, se pone en contacto con los que han fallecido y hasta se dan el lujo de platicar con ellos.
Es claro que los muertos jamás creen que están muertos porque en su vida jamás se preocuparon por despertar conciencia; ellos siempre piensan de sí mismos que están vivos; ahora se explicara usted el motivo por el cual las almas de sus muertos queridos le hacen tales aseveraciones.
12.- ¿Porqué los espiritualistas tienen especial predilección por llamar o invocar a los difuntos?
R.- Bien, así lo aprendieron ellos de sus maestros, Allan Kardec, León Denis, y muchos otros; lo grave es que tales autores, no investigaron a fondo el hueso medular de esta cuestión.
Ante todo quiero mi estimable caballero que usted sepa que todos los seres humanos tienen dentro un Yo, un Ego, el Mí Mismo, el Sí Mismo.
Por favor no piense que el tal Yo es lo mejor; estudie usted el “Libro de los Muertos” de los antiguos Egipcios y comprenderá lo que le estoy diciendo.
¿Usted ha leído “El Fausto” de Goethe? ¡Ah! Si usted conociera lo que es ese Mefistófeles me daría la razón; es incuestionable el carácter tenebroso de Mefistófeles, el Ego, el Yo, el Mí mismo.
Quien se mete en el cuerpo del Médium espiritualista es el “Yo” del difunto, Ahrimán, Mefistófeles. Es indubitable que tal Yo personifica a todos nuestros defectos psicológicos, todos nuestros errores.
El Ser del difunto jamás viene a ninguna sesión de espíritus; distinga usted entre el Ser y el Yo; Quien acude a tales sesiones es Satán, el Mí Mismo.  Quiero que usted comprenda lo que es la Ley de Acción y Consecuencia; las personas que prestan su cuerpo, su materia a los Yoes de los muertos, a Mefistófeles, a Satán, en su futuro nacimiento tendrán que padecer mucho por la epilepsia.
13.- ¿Podría usted decirme que es el Ser?
R.- El Ser es el Ser, y la razón de ser del Ser es el mismo Ser; El Ser es lo Divinal, la chispa inmortal de todo ser humano, sin principio ni fin, terriblemente divino.
Todavía los seres humanos no poseen esa chispa dentro de sus cuerpos, mas si nos santificamos y eliminamos el Yo pecador, el Mefistófeles, es claro que un día la Chispa podrá entrar en nuestros cuerpos. Ahora lo invito a usted a comprender lo que es el Ser.
14.- Después de la muerte ¿recuerda uno toda la vida que acaba de pasar?
R.- Sepa usted, señorita, que después de haber abandonado el cuerpo físico todo difunto revive en forma retrospectiva la vida que acaba de pasar.
El desencarnado comenzará reviviendo aquellos instantes que precedieron a su muerte; por tal motivo, durante los primeros días, como ya dijimos, vivirá entre los suyos, en su casa, en su aldea, en su pueblo, en su oficina, en su trabajo; después, continuando, vivirá en todos aquellos lugares muy anteriores; en cada faceta de su existencia pasada repetirá los mismos dramas, las mismas palabras, las mismas escenas, etc.
La última parte retrospectiva corresponde a los procesos de la infancia; terminada la retrospección tenemos que presentarnos ante los tribunales de la Justicia Divina; Los Ángeles de la Ley nos juzgaran por nuestros actos, por nuestras obras.
Tres caminos se abren ante el desencarnado: Primero, unas vacaciones en las regiones luminosas del espacio infinito antes de volver a tomar cuerpo. Segundo, volver a una nueva matriz en forma inmediata o después de algún tiempo. Tercero, entrar en los mundos infiernos dentro del interior del planeta en que vivimos.
15.- ¿Es posible que esa retrospección se haga en vida?
R.- Muchas personas que han estado a punto de morir ahogados, han visto pasar su vida en forma retrospectiva; esto mismo le ha sucedido a gentes que han estado cerca de la muerte por tal o cual motivo.
16.- Cierto día, tramitando asuntos de fosas y criptas para sepultar a familiares, platicando con el administrador del cementerio, de pronto me quede callado y con los ojos desorbitados durante un buen rato; él siguió hablando y al ver que no le hacía caso, me preguntó si me pasaba algo; Al hablarme fuerte, desperté de mi ensimismamiento y le relaté lo que me había acontecido.
Resulta que cuando deje de hablar empecé a sentir la presencia de alguien y al voltear vi junto a mí a mi suegra recién desencarnada por quien estaba yo arreglando los asuntos del cementerio; Después ella se sonrió amablemente y me invito a pasar haciendo un ademán.
Como no podía moverme se limitó a despedirse y desaparecer de mi vista. Al terminar mi relato el hombre tenía los pelos de punta y la carne de gallina y nerviosamente me decía que en los años que llevaba en el panteón nunca había tenido una sensación como esa. ¿Podría usted decirme a que se debió este fenómeno?
R.- Con el mayor placer contestaré a su pregunta, distinguido caballero. En modo alguno debe usted extrañarse por una visión suprasensible, en los tiempos de la Lemuria, ya dije, los muertos eran visibles en la atmósfera para todo el mundo; qué lástima que ahora las gentes se sorprendan con este tipo de visiones.
Nada tiene de raro que un fallecido pueda hacerse visible de cuando en cuando en la atmósfera y eso le consta a usted mismo; es obvio que lo pudo verificar con percepción directa; el administrador del panteón no llegó tan lejos, pero si pudo tener cierta sensibilidad  psíquica, lo suficiente para que sus pelos se hubieran puesto de puntas y su piel como cuero de gallina.
17.- Siempre que sueño con mi abuela materna y la veo triste, me señala algo que al despertar no recuerdo, pero me he dado cuenta a través de los años que a los ocho días después de haberla soñado alguien de mi familia se pone en estado de gravedad. ¿Podría usted decirme a que se debe esto?
R.- Distinguida señorita, ya he dicho mucho en mis conferencias que, durante las horas del sueño normal común y corriente, las almas de los vivos se escapan del cuerpo que duerme en el lecho y entonces se ponen en contacto con las almas de los muertos.
Que se vea usted con su abuelita, eso es normal en la Dimensión Desconocida. La visita ella en instantes de angustia o cuando va a enfermar alguna persona de su familia, ¿ya ve usted como los muertos están tan cerca de nosotros? 


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